miércoles, 26 de diciembre de 2012

Costanera Sur, Buenos Aires

La Reserva Ecologica de Costanera Sur, está en peligro.


La existencia de un helipuerto privado en cercanías de la Costanera Sur amenaza la supervivencia de especies avícolas

Doscientas cincuenta especies de aves habitan en la Reserva Ecológica y Parque Natural de la Costanera Sur, y desde allí han vuelto a poblar toda el área metropolitana. Comparten el hábitat con 23 especies de reptiles, diez de mamíferos y nueve de anfibios. Ahora todas ellas están en peligro por la existencia de un helipuerto particular en las cercanías de ese espacio abierto, que con sus 360 hectáreas es el más amplio de la ciudad de Buenos Aires.
En la reserva no se pueden realizar actividades que impliquen ruidos molestos o impacto ambiental negativo. Es más: de acuerdo con la Constitución local, la ciudad promueve "la preservación e incremento de los espacios verdes, las áreas forestadas y parquizadas, parques naturales y zonas de reserva ecológica, y la preservación de su diversidad biológica". Al margen, el decreto nacional 453/93 prohíbe los vuelos a menos de 3000 pies, salvo finalidades científicas, de manejo, control y vigilancia.
No obstante ese claro compromiso, la Agencia de Protección Ambiental concedió la autorización y otorgó el certificado de aptitud ambiental a una empresa privada que se propone efectuar viajes en helicóptero a ese punto y desde él, lo cual ha provocado justificada alarma entre las entidades ambientalistas y los propios vecinos de la reserva, afincados en Puerto Madero.
Agobiada por cientos de incendios muchas veces intencionales, y amenazada por disparatados proyectos arquitectónicos y urbanísticos, intereses inmobiliarios diversos y, asimismo, por la desprejuiciada conducta de muchos de sus visitantes, la reserva sigue dando testimonio de una vitalidad a prueba de adversidades. Hija de la prodigiosa obra de la naturaleza, muestra cuál era el aspecto de la costa hoy en día bonaerense cuando a ella arribaron las naves de los conquistadores españoles.
Esa espontánea condición silvestre, a tan sólo una veintena de cuadras de la Plaza de Mayo, le valió el favor de los porteños y del turismo. No abundan quienes tengan conciencia de que a la reserva acuden varias decenas de miles de visitantes anuales, quienes incluso participan de excursiones nocturnas.
La autorización oficial y la consiguiente instalación del helipuerto habrían violado, además, las disposiciones que consideran la reserva como área de sensibilidad acústica de tipo I, para la cual se han fijado límites sonoros de 60 decibeles durante los horarios diurnos y de 50 en los nocturnos. Hay testimonios concretos de que los helicópteros, que sólo tienen autorizados cinco vuelos diarios, han sobrevolado la reserva en más de una oportunidad, en lugar de hacerlo por un corredor aéreo alejado del parque natural.
La ciudad dispone, sin duda, de otros lugares en los cuales localizar uno de esos centros de operaciones aéreas. La Reserva Ecológica debería sobrevivir en su estado natural, salvo mejoras mínimas indispensables, y las autoridades deben decir, de una vez por todas, si desean preservar este excepcional parque natural o si pretenden dejarlo morir con vistas a futuros negocios inmobliliarios.

Editorial Diario La Nación de Buenos Aires - Octubre 2009